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Equilibrio digital: claves para el uso consciente de la tecnología

Por Maria Ortiz Takacs, trad. a.
Hace poco más de tres décadas, las traducciones se realizaban a partir de originales impresos y se escribían a máquina. Si el cliente tenía buena voluntad, le acercaba los documentos a la traductora, pero a la hora de tratar con grandes empresas, la traductora misma debía desplazarse para ir a buscar los originales. Sin duda, desde el punto de vista logístico, la labor de traducción era mucho más complicada. La búsqueda terminológica también tenía un grado de complejidad más elevado y el riesgo de incurrir en errores era considerablemente mayor. El fichero rotativo era un amigo fiel; allí guardábamos preciosamente los datos de expertos a quienes recurríamos cuando el material de referencia se quedaba corto. Cada vez que se presentaba la ocasión, las traductoras echábamos mano de revistas especializadas, manuales técnicos y documentos bilingües —quizá el tesoro más preciado.

Con el avance de la tecnología, especialmente gracias a la proliferación de las computadoras personales y la conectividad a Internet, el mundo de la traducción experimentó una profunda revolución. Pero la World Wide Web fue solo el comienzo. Hoy en día, las herramientas de traducción asistida (CAT) proporcionan funciones avanzadas de gestión de terminología, los corpus en línea son una valiosa fuente de referencia para verificar contexto y usos específicos de términos y frases, y las bases de datos terminológicas facilitan la búsqueda y garantizan la coherencia de vocablos y expresiones. En conjunto, todas estas herramientas han agilizado considerablemente el proceso traductor y aumentado la productividad de manera significativa. Sin embargo, dichos avances no han llegado solos; han traído consigo numerosos desafíos. 

Si lo dice Google...

La sobrecarga de información y la necesidad de discernir entre fuentes confiables y no confiables para la búsqueda terminológica y conceptual son dos de los principales inconvenientes a los que se enfrenta la traductora novel. Hay gran cantidad de información desactualizada que, además, muchas veces es inexacta. El mal uso del lenguaje, ampliamente difundido por la Red, también puede inducir a error. Para reducir las posibilidades de cometer desaciertos, es importante consultar sitios web confiables, documentación comparada y documentos redactados en la lengua meta, ya que un texto escrito por un hablante nativo debería —en principio— ser más fiable que uno escrito por una persona cuya lengua materna no es aquella a la que se está traduciendo. 

Por otra parte, el idioma está en constante evolución y es necesario mantenerse continuamente al corriente de los cambios, no solo de vocabulario, sino también de uso y gramática. Por ejemplo, en los años 90, se desaconsejaba el gerundio en los títulos por ser una traducción calcada del inglés. Debido a que el gerundio es una forma invariable no personal del verbo —i. e., una forma verbal no finita o no conjugada—, solo cumple función adverbial, por lo que Cantando bajo la lluvia o Buscando a Nemo se consideraban expresiones incorrectas. Al respecto dice la Presidenta de la Academia Argentina de Letras, Alicia María Zorrilla, que el gerundio puede aplicarse a títulos de obras de arte (Niña observando el cielo) o de libros (Una lechuza pidiendo amor), pero desaconseja las estructuras de tipo Construyendo puentes o Buscando nuevas relaciones culturales (2003, p. 79) utilizadas como títulos. Sin embargo, la RAE, en su Libro de Estilo publicado en 2018 (p. 45), asegura que “a pesar de que puede estar influido por el inglés, se considera válido el creciente uso del gerundio en los títulos” y da como ejemplo Descubriendo Nunca Jamás y Aprendiendo a cocinar en un mes, entre otros. Es por eso por lo que es esencial no quedarse con lo que se encuentra en la web, sino adentrarse más en los temas y consultar obras de referencia confiables. 

La traducción neuronal

A pesar de tener muchos detractores, la traducción neuronal ya está firmemente instalada en la industria y las traductoras debemos encontrar nuevas formas de hacer valer nuestros conocimientos —y de cobrar por nuestros servicios según el esfuerzo que implica hacer un buen trabajo de posedición. Hay dos escenarios posibles: o el cliente envía textos para poseditar o la traductora misma utiliza una herramienta de traducción neuronal para agilizar su trabajo (generalmente en forma de API incorporada a la memoria de traducción). En ambos casos, la diligencia es de rigor. Es vital familiarizarse con los errores típicos de este tipo de traducción y estar extremadamente atentas a la hora de realizar la posedición, especialmente para no “casarnos” con el texto ya escrito, que incuestionablemente contendrá numerosos errores de tipo variado. La poseditora tiene, probablemente, más posibilidades de equivocarse que la traductora, ya que es mucho más arduo detectar errores que realizar una traducción desde cero. Una vez más, en el caso de la traducción neuronal, es primordial proceder con cautela.

Los agentes conversacionales

Con el advenimiento de herramientas de inteligencia artificial, muchas personas de todos los sectores se han visto tentadas de confiar la redacción o la traducción a un agente conversacional. Debemos tener siempre en mente que estos programas están alimentados por seres humanos y, en consecuencia, cometen errores humanos, por lo que es necesario extremar las medidas de precaución tanto en lo que respecta a la comprobación de hechos (fact checking) como al uso del lenguaje. No obstante, hay instancias en las que un agente conversacional puede resultar útil. Es un excelente diccionario de sinónimos en tiempo real y permite obtener una idea somera del sentido de un texto en otro idioma. Para esos comandos sencillos, es más práctico y rápido consultar a la máquina que recurrir a otros materiales. Aun así, los agentes conversacionales no son los recursos más convenientes para traducir, buscar terminología especializada o consultar conceptos de ámbitos como el jurídico o el médico. Por ejemplo, ChatGPT parece conocer bien sus propias limitaciones. Al preguntarle cuáles eran sus puntos fuertes en materia de redacción y traducción, respondió enumerando sus amplios conocimientos, su lenguaje natural y la generación de contenido original, pero aclaró con tino: 

Sin embargo, es importante tener en cuenta que aunque soy una herramienta poderosa, mi trabajo no debe reemplazar por completo la experiencia y el juicio humano. En particular, en tareas de traducción y edición, siempre es recomendable contar con la revisión y supervisión de un hablante nativo o un experto en el idioma, ya que puedo cometer errores o no captar matices culturales y contextuales en algunos casos. Mi función es proporcionar asistencia y ayudar a agilizar tareas, pero no soy infalible y es fundamental utilizar un enfoque crítico al evaluar mis respuestas.

En la cita anterior —que contiene un error de puntuación y un error de concordancia— la máquina misma efectúa una suerte de exención de responsabilidad cuando expresa que la intervención humana sigue siendo necesaria. Por otra parte, lejos de colocar la revisión y la edición en manos de profesionales de la traducción, recomienda contar con la supervisión de “un hablante nativo o un experto en el idioma”. Como profesionales de la traducción, la revisión y la redacción, sabemos bien que ser nativo de un idioma o experto (no se aclara de qué tipo) generalmente no logra suplir la capacitación formal en traducción, la experiencia acumulada en la práctica profesional y las innumerables horas de formación continua de una traductora. 

La prudencia, nuestra mejor aliada

Resistirse a utilizar las herramientas que nos proporciona la tecnología puede ser perjudicial. Las incoherencias terminológicas, la reducción de la productividad y una mayor dificultad en la gestión de proyectos son solo algunas de las consecuencias negativas que podrían experimentar las traductoras si se bajaran de la ola tecnológica. Lo importante es utilizar dichas herramientas a nuestro favor y con máxima prudencia, no solamente para evitar errores y posibles controversias legales, sino para seguir revalorizando la profesión con ayuda de los elementos que los avances tecnológicos ponen a nuestro alcance, pero manteniendo en todo momento la esencia y la calidad de nuestro trabajo. Somos expertas en la comunicación intercultural y en la transmisión precisa de ideas y significados. En consecuencia, debemos perfeccionarnos en el uso de estas tecnologías para complementar nuestros conocimientos profesionales a fin de mantener la calidad de nuestra labor y recibir una remuneración justa y acorde con nuestro esfuerzo. 

Referencias

Real Academia Española. (2018). Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica. Espasa.

Zorrilla, A. (2003). Hablar, escribir, traducir en español. Fundación Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Literarios Litterae. Editorial Dunken.


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